Famoso por sus pinturas de pequeños hombrecitos con sombreros y dueño de un imaginario múltiple que supo combinar el humor, el grotesco y la simplicidad, vivía desde hace más de cinco décadas en País.
El artista argentino y radicado en Francia desde 1963, Antonio Seguí, famoso por sus pinturas de pequeños hombrecitos con sombreros, dueño de un imaginario múltiple que supo combinar el humor, el grotesco y la simplicidad, murió a los 88 años en el Hospital Alemán tras sufrir complicaciones en una operación de cadera, según confirmaron allegados a la familia.
Antonio Seguí vivía y desarrollaba su carrera desde hace más de cinco en París, pero desde hacía unos meses estaba de visita en la Argentina y previamente había pasado por Córdoba, su ciudad natal.
Nacido en Córdoba el 11 de enero de 1934, Antonio Seguí es uno de los más emblemáticos pintores argentinos contemporáneos y de los pocos que, trascendiendo las fronteras de su país, tienen una destacable proyección internacional.
Radicado en París desde 1963, diez años antes ya había incursionado en el Viejo Continente, luego de una residencia no muy dilatada en México. Su primera muestra individual data de 1957 en Córdoba, a la que siguen, en 1960 y 1961 las exposiciones en las galerías El Pórtico y Witcomb, en Buenos Aires. Dos años después, en la galería Lirolay, presentará la serie La metamorfosis de Felicitas Naón, que significó un gran suceso antes de su partida para Europa, donde realizará numerosas muestras.
Debe destacarse también la retrospectiva de su obra que se organizó en 1991 en el Museo Nacional de Bellas Artes. A lo largo de su carrera, Seguí, fue objeto de importantes distinciones, entre otras: la Medalla de Honor en la VII Bienal de Grabado de Cracovia en 1986, el Premio del Instituto Di Tella en 1989 y al año siguiente, el Gran Premio de Honor del Fondo Nacional de las Artes.
Además, en tres oportunidades recibió el Premio Konex a las Artes Visuales.
Si bien en el país no tuvo una formación sistemática, aunque reconoce como su maestro a Ernesto Farina (1912-1989), ya en Europa, asistió como alumno libre a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid) y a la École Nationale Supérieure de Beaux-Arts, de París, donde, por algunos años, se desempeñaría también, como profesor.
La obra de Seguí -que comprende pinturas, dibujos, grabados y esculturas- ha estado en constante evolución desde un origen figurativo expresionista e irónico, pasando por el surrealismo hasta lo que podría denominarse un neofigurativismo que, en algunos aspectos lo emparenta con Rómulo Macció. El dibujo con detalle y el humor nunca se apartó de la mayoría de sus trabajos los que, más allá del lenguaje universal de la pintura, presentan una temática perceptiblemente argentina.